Jorge Orlando Correa es un poeta y narrador nacido en Chetumal, México, en 1992. Es autor del libro de cuentos Ya no hay fechas importantes (Pinos Alados, 2020) y del poemario Primeros y últimos instantes de una mañana (Ediciones Liliputienses, Sindicato Sentimental, 2024).
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El nombre de mi pez
a mi pez le puse el nombre de una mañana
hace dos décadas el cielo aún era oscuro
me despertó el grito de alguien
que advertía un incendio
no recuerdo las cenizas sí el aleteo
de las llamas toda la ciudad
se convirtió en antorcha
de mis pertenencias sobrevivieron
el ánimo por caminatas inútiles
dar con países extraños
callar en lenguas
¿qué puerto espera y olvida
su armadura de plata?
¿en cuántos buques hundidos
habrá sido feliz?
¿sabe que existe un vacío nombrado
tierra firme?
hoy mi pez nada en círculos
como si fuera un perseguidor
o un perseguido todos los días
lo observo a la misma
hora detrás del vidrio
en esta tienda de acuario
antes de volver al día siguiente
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Hoy que llegas tarde para ser despedido
se trata del mismo rumor
que escuchabas a los siete
olvidando estar de pie
de cara al cielo pensabas
que en la luna no existen
los crímenes la puntualidad
zapatos limpios ni razón suficiente
para poner los pies en la tierra
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Cuando uno comienza a pensar en cosas como vivir en otro planeta o en una isla a la sombra de un faro
lo único soportable
es mirar un punto fijo
por el resto de tu vida
y luchar por no distraerse
con lo que sí existe
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Quisiera inventar una palabra que sobreviva al derrumbe
que no necesite ser
escrita para ser leída capaz
de teñir azules a los enunciados
del texto en la hoja en blanco al fondo
más pequeña que un punto que pudo
ser coma intuida por quien
ha sentido incomodidad en cuartos
muy iluminados tras los dedos y la tecla
el instante justo fantasma
en que un texto es borrado
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Cuando intentaste demostrar al mundo que sabías volar
algo falló en el mecanismo
caíste en picada hacia el futuro
y el impacto dejó secuelas
alerones averiados
sin posible refacción
un rastro de aceite
tras cada paso
música
de tornillos flojos
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Por desgracia inventaron la silla de ruedas
es el final de la clase
y apenas pude entender
que no es el suelo
lo que da fin a los pasos
ni son los pasos lo que hacen al suelo
sino ese impulso
inculcado a patadas
solo para ir
tener accidentes
de un lugar a otro
hacer recuerdos
en sitios donde nunca
volverás a poner un pie
***
Una última cosa
si las preguntas
¿cómo estás?
¿cuántos años tienes?
¿cuáles son tus planes para mañana?
hacen que te sientas suspendido
como el tiempo en la costa
antes de un huracán
déjame advertir
que una caminata
bajo un clima adecuado
pudiera terminar en otro país
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