Inicio > Libros > Narrativa > Cuando el cuerpo es el altar

Cuando el cuerpo es el altar

Cuando el cuerpo es el altar

En la nueva novela de Ulises Bértolo, el cuerpo es altar, la fe rito de sangre, y la justicia… silencio institucional. Una novela escrita entre la muerte real y los crímenes que la historia se niega a contar.

En este Making Of, Ulises Bértolo cuenta el origen de Exitus (HarperCollins).

***

Un día como otro cualquiera, veo las noticias. Una monja de extraños ropajes aparece en la pantalla. Está sentada sobre la arena, bajo un sol inclemente. Algo no encaja. Ese rostro o lo poco que intuyo de él, no parece pertenecer a ese paisaje árido, tan lejano de Europa. Investigo.

Pertenece a una comunidad minoritaria, apenas comprendida, apenas visible. Descubro que su credo reverencia a una figura demoníaca que no ha sido condenada, sino bendecida. Un demonio que recibe la Tierra como regalo. Me impacta. Me descoloca. Me fascina. En Occidente, el Diablo es castigo, caída. Aquí es revelación, poder, destino.

Recuerdo una frase que alguna vez anoté en un cuaderno: “El poder no siempre reza. A veces… conjura.” Y empiezo a escribir.

"En España hubo asesinatos que incluyeron elementos rituales reales. Muchos fueron archivados. Otros, desmentidos. Un juez puede cerrar un caso con una firma. O enterrarlo con un sello oficial"

No parto de una idea clara. Solo de una imagen: una mujer sumida en el derrumbe, con una pistola que ya no puede usar y un pasado que no termina de cerrarse. Se llama Elia Sandoval. Fue buena policía. Ahora investiga infidelidades desde una agencia de detectives. La han apartado por agredir a un compañero, aunque el expediente solo cuenta una parte. La imagino dura, pero exhausta. La imagino sola. Su crisis personal es como un grito en el desierto. Ambos acaban en el vacío. Y cuando el alma se queda sin asideros, hay quienes encuentran en el rito lo que la razón no puede ofrecer: sentido.

Y entonces me pregunto: ¿Hasta qué punto un ritual puede ser una forma de justicia? Y esa pregunta lo cambia todo.

Empiezo a documentarme con la obsesión de Dante, el joven satanista que en la novela colabora —oficiosamente— con Elia en la investigación. Leo sobre sectas neopaganas, sobre grimorios, sobre crímenes rituales. Reviso imágenes turbias, recortes de sumarios, símbolos antiguos. En España hubo asesinatos que incluyeron elementos rituales reales. Muchos fueron archivados. Otros, desmentidos. Un juez puede cerrar un caso con una firma. O enterrarlo con un sello oficial.

La trama va creciendo. Una mujer es secuestrada en Madrid. Seis meses antes, otra aparece asesinada, desangrada sobre un símbolo. Misma ciudad. Mismo patrón. Un silencio férreo cubre la investigación. Solo hay una carta. Y una firma: El Ángel.

"Mientras escribo, mi padre agoniza. Sus últimas horas me empujan a escribir la escena más íntima del libro: una mujer muriendo en una cama, aferrada a la mano de su hija"

Surge entonces el juez —opaco, obediente, útil al sistema— y con él el tema de la justicia como ficción de orden. Y aparece Miguel Coronado, subinspector errático, heavy metal en estado puro, caótico y noble en iguales proporciones. Su visión del mundo tiene algo de riff distorsionado: oscura, cruda, sincera. Me aporta disonancia, un poco de humor negro y el romanticismo de los que pierden. Porque en el metal y en el satanismo hay grito, pero también código. Hay furia, pero también ética.

La historia se mezcla con la vida. Mientras escribo, mi padre agoniza. Sus últimas horas me empujan a escribir la escena más íntima del libro: una mujer muriendo en una cama, aferrada a la mano de su hija. El dolor físico se filtra en la escritura. La muerte se hace personaje, se sienta conmigo, respira a mi lado. Hasta que un día me vence. Despierto en un hospital. Hipotermia. Me cubren con una manta térmica. Me dicen que tuve suerte.

Vuelvo a casa. Termino la novela.

Exitus. Término médico para el último aliento. Título inevitable. Frío. Preciso. Humano.

Porque si algo enseña esta historia —mía, de Elia, de Dante, de Amaia— es que el cuerpo no solo puede ser templo o trinchera. También puede ser sacrificio.

Y que hay quien mata por odio, sí.

Pero hay quien mata porque está buscando, desesperadamente, algo en lo que creer.

—————————————

Autor: Ulises Bértolo. Título: Exitus. Editorial: HarperCollins. Venta: Todos tus libros.

3.7/5 (3 Puntuaciones. Valora este artículo, por favor)
Notificar por email
Notificar de
guest

0 Comentarios
Feedbacks en línea
Ver todos los comentarios