La escritora Rosa Montero y la directora Gracia Querejeta se conocían desde mucho antes que La buena suerte. Por eso la adaptación al cine de la novela parece un perfecto cruce de caminos e intereses. Hay cambios del libro a la película, un drama rural con elementos de thriller protagonizado por Hugo Silva y Megan Montaner, pero esta vez surgen más de la destilación de un formato a otro que de un tenso combate de ideas entre dos creadoras con el cuchillo en la boca. La entrevista con ambas desprende esa misma serenidad y bienestar, por mucho que La buena suerte trate fundamentalmente de la inaguantable angustia de un hombre.
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—No quiero empezar fuerte, pero el protagonista, Pablo, el personaje de Hugo Silva, se me antoja como una persona víctima de maltrato. No pertenece al estereotipo ni tiene los atributos que asociamos a ello: es hombre, rico, profesionalmente asentado…
—Gracia Querejeta: No sé si lo es. Quizá lo sea, como lo somos todos un poquito en la vida.
—Rosa Montero: Ha sido maltratado por su padre en la novela, aunque en la película no sale. Es un hombre con una vida muy dura y su hijo lo ha maltratado también. Ha sido objeto de una violencia emocional tan grande que por eso ha decidido, como le dicen, ser un cobarde emocional. Está tan herido que se ha acorazado. Y en la novela y la película gracias a Raluca reúne el coraje de volver a sentir.
—Hay pequeños cambios de la novela al libro, pero el monólogo de Miguel Rellán sobre las categorías de personas está casi integro. ¿Está ahí el espíritu de la historia?
—RM: Lo ha hecho ella.
—GQ: Rosa no intervino en el guión. Yo hice mío lo que sentí más cercano de la novela, que tiene más cosas y personajes que la película. Hice una destilación donde ha primado aquello con lo que yo me podía identificar más. Ese monólogo de Miguel es bastante cierto para mí y me identifico mucho con lo que él dice. Por eso lo dejamos. En cualquier caso sí hay algo bonito y fácil en la adaptación, y es que los personajes de Rosa son personajes coherentes en sí mismos. Lees la novela y hay coherencia en la actuación de Felipe, Pablo, Raluca, que son los personajes principales. Y lo dejé como forma de que este hombre mostrara al mundo y Pablo qué piensa de la vida.
—RM: La buena suerte es una novela sobre el Bien y el Mal con mayúsculas, y el monólogo viene al hilo del problema principal que ha recogido en la pelicula y que es su trasfondo ético.
—Hugo Silva y Megan Montaner son actores que quizá asociamos aún a un género más ligero, a la comedia u otro tipo de relato diferente a La buena suerte. ¿Es deliberado?
—GQ: Yo con Megan ya había trabajado, no en comedia pero sí en una serie de hace bastantes años que no tenía nada que ver. Y me quedé de alguna manera con su chispa. Tiene algo especial. De hecho pensé en ese momento hace años que igual trabajábamos juntas de nuevo. Con Hugo no había trabajado nunca y es verdad que viene de un registro diferente, pensé que no le iba a interesar… pero le interesó. Las cosas a veces son más sencillas de lo que parece.
—RM: Me parecen maravillosos. Rellán te come el corazón y Hugo va a sorprender a sus fanáticos seguidores y seguidoras con un registro muy delicado. Megan está que se sale. Da perfecto el tipo del personaje, porque ella es guapísima, pero algo afeada queda perfecta. Es la chispa, la fuerza de Raluca. Porque tanto la novela como la película gravitan sobre ella.
—Me llama la atención de la novela que las motivaciones de Pablo permanecen ocultas pero los secundarios son transparentes. De hecho suelen explicarse con un monólogo en primera persona. ¿Cómo se adapta eso?
—RM: No por la oscuridad del personaje, sino que Pablo no sabe qué le pasa. Se baja de ese tren que es la vida porque no sabe qué es la vida. Le preguntan por qué se baja y no lo sabe, la vida le escupe. No puede poner palabras al horror que vive.
—GQ: Que es una forma de violencia durísima, porque cuando la ejerce un hijo es terrible. El vínculo es tan fuerte que la ruptura es casi imposible de imaginar.
—Llama la atención que Pozonegro carece de los atributos idílicos de la vida rural del retorno a los orígenes. Hace honor a su nombre.
—RM: Por eso se llama así. Pero nunca concebí la novela como una historia rural. Pozonegro es un lugar industrial hundido porque han cerrado la mina. No es una novela sobre pueblos rurales abandonados. No es un pueblo pueblo.
—GQ: No podemos trasladar muchas veces las películas en los lugares que querríamos, es la parte industrial del cine. No es tan sencillo. La novela lo explica muy bien, ese entorno de Puertollano y el Alicante interior más terroso y tremendo. Pero no hubo posibilidad de hacer la película ahí. Buscamos lo que se pudiera parecer lo máximo posible a la descripción de Rosa. Lo dice Raluca: ¿por qué no se va a un hotelazo? Pablo va a caerse muerto a un sitio desolador para castigarse, porque es lo que tiene él dentro.
—Si La buena suerte es el Bien contra el Mal, pienso en la figura del hijo, que tiene una caracterización algo distinta de la película a la novela.
—RM: Es una diferencia muy bien resuelta. En la novela no vemos a Marcos porque para mí es el símbolo del Mal con mayúsculas. Cuando él mira el mundo desde la terraza piensa que ahí sigue Marcos y ahí seguirá. En una película eso es más complicado y el tema se ha bajado a la tierra.
—GQ Pero sale poco, sale a partir de las ensoñaciones y terrores, casi pesadillas de Pablo.
—Os conocéis de toda la vida, ¿planeáis más colaboraciones juntas?
—(GQ) Si se tercia, fenomenal. Maravilla.
SER OBJETO DE VIOLENCIA
EMOCIONAL – ACORAZARSE –
TRANSFORMARSE EN UN
COBARDE EMOCIONAL – A
PARTIR DE UN OTRO, VOLVER A
SENTIR.
A partir de Rosa Montero.
Muy fuerte. Muy doloroso.
Muy oscuro. Muy real.